1ª Jornada de la FCPOL. Mesa de Debate 2 “Lugares para el vínculo”. Textos introductorios

Nota introductoria

La mesa que animé junto con Eugenio Díaz llevaba por título: “Lugares para el vínculo”. Se trataba de cuatros proyectos dirigidos por miembros de la ELP-AMP (Jesús Sebastián, Francesc Vilá, Carmen Campos y Carmen Grifoll) y una experiencia dentro del programa de la “Prevención de la Soledad no deseada” puesto en marcha por el Ayuntamiento de Madrid y que nos presentó Sandra Candelas.

Los cuatro dispositivos orientados por miembros de la ELP, que provenían de instituciones muy dispares, tomaban significantes de la época para crear espacios institucionales donde acoger al sujeto del inconsciente (“Red y espacios” en el proyecto de C. Campos; “Interconsultas” o “Conversaciones” en el de C. Grifoll; “Atención temprana” y “desarrollo” en el que nos presentó J. Sebastián y “Servicio de acompañamiento y orientación a familias” en el de F. Vilá). Estas invenciones institucionales surgían de acomodarse a los semblantes de la época, pero tratándolos de manera irónica, para convertirlos en lugares alfa. Cada una de estas invenciones institucionales se definió como un lugar alfa. Tomando tres de ellos explícitamente la referencia que JAM dio en su conferencia “Hacia PIPOL 4”, de los lugares alfa como lugares de respuesta, “en los que el parloteo toma forma de pregunta y la pregunta misma gira hacia la respuesta, no sin la intervención del analista”.

La mesa que animé junto con Eugenio Díaz llevaba por título: “Lugares para el vínculo”. Se trataba de cuatros proyectos dirigidos por miembros de la ELP-AMP (Jesús Sebastián, Francesc Vilá, Carmen Campos y Carmen Grifoll) y una experiencia dentro del programa de la “Prevención de la Soledad no deseada” puesto en marcha por el Ayuntamiento de Madrid y que nos presentó Sandra Candelas.

Los cuatro dispositivos orientados por miembros de la ELP, que provenían de instituciones muy dispares, tomaban significantes de la época para crear espacios institucionales donde acoger al sujeto del inconsciente (“Red y espacios” en el proyecto de C. Campos; “Interconsultas” o “Conversaciones” en el de C. Grifoll; “Atención temprana” y “desarrollo” en el que nos presentó J. Sebastián y “Servicio de acompañamiento y orientación a familias” en el de F. Vilá). Estas invenciones institucionales surgían de acomodarse a los semblantes de la época, pero tratándolos de manera irónica, para convertirlos en lugares alfa. Cada una de estas invenciones institucionales se definió como un lugar alfa. Tomando tres de ellos explícitamente la referencia que JAM dio en su conferencia “Hacia PIPOL 4”, de los lugares alfa como lugares de respuesta, “en los que el parloteo toma forma de pregunta y la pregunta misma gira hacia la respuesta, no sin la intervención del analista”.

Félix Rueda.

 

Textos introductorios al debate:

 


“Lugares alpha”

Texto introductorio de Jesús Sebastián.

Varios colegas que coincidimos ahora en la Fundación de Atención Temprana, venimos insistiendo desde los ochenta en una actividad institucional que, manteniendo su utilidad pública, incluya en su seno lo que Miller llama “Lugares Alfa”. Lugares para un vínculo vía la transferencia. Lugares, en nuestro caso, de hospitalidad y de oportunidad para la infancia y para la subjetividad en ciernes.

Fue a partir del encuentro con el Campo Freudiano en España que eso nos fue posible, ya que, efectivamente, fueron “los conceptos lacanianos del acto analítico, del discurso analítico y de la conclusión del análisis como pase a analista, los que nos han permitido concebir al psicoanalista como objeto nómada y al psicoanálisis como una instalación móvil, susceptible de desplazarse…particularmente a instituciones”. En esas instituciones, los efectos psicoanalíticos, cuando se producen, “no dependen del encuadre sino…de la instalación de coordenadas simbólicas por parte de alguien… cuya cualidad de analista no depende del emplazamiento de la consulta, ni de la naturaleza de la clientela, sino más bien de la experiencia en la que él se ha comprometido”. Este es el meollo de la cuestión, la experiencia analítica con la que cada uno sostiene, orienta y limita su posición en la institución.

Algunos de nuestros apoyos: Suponer un sujeto. La dignificación y ordenación de la clínica que pudimos realizar en la primera institución en que participamos, no respondía a ninguna vocación humanitaria sino a lo que entonces era una verdadera apuesta y que más tarde aprendimos a situar con Jacques Alain Miller: “Hablar de sujeto, decía en 1983, siempre es… un asunto de suposición”. Eso nos sirvió entonces con la clínica psiquiátrica y nos sirve hoy con la clínica de la infancia. Pudimos situarnos en la institución psiquiátrica prohibiéndonos, como dice Miller, ese ideal que es la salud mental y tomando la vía que ofrece el psicoanálisis: “una vía inédita, más precaria y sin embargo más segura: la salvación por los deshechos”.

La aplicación de esa suposición en el campo de la infancia nos ha permitido crear, mediante una red de centros llamados de desarrollo infantil y atención tempana, pequeños dispositivos que son, antes que nada, un aparato conceptual acerca de la subjetividad del humano. En la medida en que están bien orientados, esos conceptos producen espacios habitables y eficientes en las respuestas que están llamados a dar.

“Desarrollo” funciona aquí como coartada, pues la perspectiva evolutiva está articulada a lo que no se desarrolla y es constituyente de la condición humana: la posición del sujeto, su respuesta, su elección. Esta concepción permite que, ocasionalmente, podamos acompañar al niño en ese momento crítico en que se trata de la decisión sobre los modos de respuesta a los efectos de la palabra sobre el cuerpo, “a los afectos somáticos de lalengua”, momento de gran responsabilidad para quien se encuentra con él en esa coyuntura. Podemos ocuparnos, desde las edades más tempranas, de ese sujeto en ciernes, sea cual sea su condición orgánica, familiar o social.

Donde la lógica asistencial plantea diagnósticos y establece indicaciones terapéuticas y rehabilitadoras, los lugares Alfa se proponen como lugares de respuesta, que se sostiene de lo que llamamos la transferencia.

Se trata de un campo en que la variabilidad y diversidad de asuntos comprometidos, convocan siempre a varias disciplinas para poder orientarse y requieren la capacidad de mantener la incertidumbre diagnóstica, a la vez que la capacidad de poner en marcha, diferentes modalidades de respuesta.

Estos servicios permiten hacer la experiencia de una clínica organizada en torno a indicios mínimos, pero a situaciones muy graves de fragilidad y de riesgo. Es la clínica de las psicosis tempranas y del autismo, también la clínica del impacto subjetivo de determinadas patologías neurológicas, neuromotoras, sensoriales, que afectan a la organización de la motricidad y a la construcción del cuerpo y comprometen seriamente la posibilidad de organizar, por parte del sujeto, su respuesta en el serio asunto de la vida.

Como señala Miller: “Cuando el Lugar Alfa emigra del consultorio hacia la institución, la verdad que se desnuda es la de la sociabilidad estructural de la posición y del acto analítico”, y no duda en situar en esta “operación verdad” el éxito de estas operaciones institucionales.

 


“Construir puentes”

Texto introductorio de Carmen Campos.

Buscar intersticios en los que generar transferencia hacia el discurso psicoanalítico, entendemos que es justo lo que caracteriza una institución orientada por el psicoanálisis, circular por lugares en la ciudad con el semblante que inventamos para facilitar el encuentro y probar a establecer un vínculo que implique el cuerpo y la palabra.

Con la red del Proyecto de abordaje múltiple, nombramos una forma de trabajo que se fue desarrollando por etapas, con distintos momentos y en movimientos, con nudos fundamentales a los que llamamos espacios. Elegimos tomar palabras de la época, red y espacios, pero no hablamos de una red o un espacio virtual, hemos puesto el cuerpo, el tiempo y el deseo.

De esta forma en el espacio escucha, andábamos bien atentos a las oportunidades y conocimos a un joven universitario, diagnosticado de Asperger, que se mostraba interesado en contarnos su historia, muy implicado en la comunicación y en el mundo de la infancia. Esta contingencia generó una serie de entrevistas que tuvieron una respuesta que plasmamos en un documental: Proyecto in-diferentes.

Tuvimos la suerte de contar con un fotoperiodista, en transferencia con el psicoanálisis y un interés particular en el tema del autismo, una profesora universitaria y socia de Adeamed, que facilitó el encuentro y participó decididamente en el Proyecto.

Grabar el documental implicó pasar por una especie de evaluación que el joven universitario hizo de nosotros, tenía que conocernos, saber que queríamos, ser entrevistados como paso previo a la posibilidad de ponernos en marcha.

Con este material realizamos las VI Jornadas de Adeamed, abiertas a otros universitarios, una proyección en el Ateneo y un taller para padres y profesionales. Esta herramienta se mostró muy potente en la generación de vínculos y la apertura de otras posibilidades.

Leo notas tomadas del documental con la enunciación del sujeto, que tocan el tema del aislamiento, la soledad, el vínculo y su elección: «Yo aprendo a vivir con las personas y las personas aprenden a vivir conmigo. Mi mundo interior es mi casa. De niño no me relacionaba, pasaba todo el tiempo jugando solo. Si me respetaban ese mundo, si me dejaban vivir en él yo a cambio cumplía la parte de tratar de adaptarme al mundo real. En mi mundo interior hay buenos y malos. Si saltaba el malo me ponía muy depresivo, no quería relacionarme con nadie, se acrecentaba mi soledad. Encerrado en mí mismo, me aislaba. Hay que reconocerse y saber que se tiene un problema porque hay una capacidad que otros no tienen que necesita ser tratada. Pero el niño se puede abrir o no, en mi caso yo decidí abrirme. El mundo diferente existe, en los niños, existe en mí. No pueden obligar a que cambies tu mundo, es tan válido como el suyo. No te pueden tratar como un loco o un idiota porque no entiendan tu mundo, ni tampoco te pueden medicar por ello, para que de esa forma trates de acercarte. Hay que hacer las cosas desde el respeto, yo quiero ayudarme a mí mismo, pero si no se hacerlo, ayudarme tú, no me perjudiques, no me hagas más daño del que yo ya me estoy haciendo a mí mismo. De niño tenía las piezas del puzzle, dormía con ellas en la cama, luego fue el dibujo y luego la escritura, luego los números y las matemáticas. Yo todo lo asocio a números, vivo con los números en la cabeza. Es como si mi casa, estuviera separada de un prado y lo único que tengo que hacer es cruzar el puente. Ese puente solo lo puedes construir tú, solo te pueden dar los materiales y los planos, pero no te pueden poner ni un solo ladrillo. Con 14 años quisieron llevarme a la universidad para que estudiara matemáticas, dije no a esa oferta, no quiero construir un mundo dónde solamente una parte este desarrollada. Supe decir no y lo más importante, me respetaron ese no. La vida se basa en una cuestión de elecciones.» Pudimos decirle que había sido muy grato escucharle, como en la época que muchos levantan muros, él construye puentes.

 


“Lugares para el vínculo desde la soledad”

Texto introductorio de Carmen Grifoll.

En la institución donde trabajo, lo que la administración nos marca es atender a la Salud Mental de la población entre 0 -18 años y a las familias.

Como señala E. Laurent el tema de la salud Mental es una preocupación moderna de los derechos humanos. ¿Cómo incluirse, como mostrar la eficacia del psicoanálisis en el siglo XXI, como tener un lugar en el campo de la salud mental, como hacer vínculo y poder mantener un lugar de palabra para los sujetos que atendemos, más allá de las clasificaciones y diagnósticos actuales?

En su acto sabemos que el analista está solo, pero también nos confrontamos con otras soledades: las de los niños, adolescentes, familias y profesionales de otros discursos que cada vez más se ven convocados a resolver de forma individual, con sus propios recursos y habilidades, de los que muchas veces carecen, lo que les acontece.

La experiencia nos ha llevado a tomar en consideración a todos aquellos profesionales que están alrededor de la vida del niño o en contacto con él. Estos profesionales, en ocasiones, nos exigen un diagnóstico, modo de nombrar el malestar ante situaciones que escapan a su control. Están solos podríamos decir frente a lo que escapa a su conocimiento y en muchas ocasiones lo que nos piden viene a obturar la pregunta ante esta falta de saber.

Dos experiencias.

Primera: Hemos abierto interconsultas, como un modo de intervención en lo social, que abren una interrogación allí donde niños o adolescentes son nombrados en su ser, sin tener en cuenta el malestar que les aqueja.

“Se pelea, molesta a los demás, hace ruidos, tenemos que hacerle un parte”, así hablan de una niña de 8 años, los educadores. Me sorprendo en este punto y pregunto: “¿cómo?”;“es lo que estamos obligados a hacer, no podemos con todos” responden “y entonces… ¿esta niña…?”, pregunto.

Esta pequeña intervención permitió pensar otras formas de hacer, en el medio escolar, a partir de lo que en la conversación se nombra como “el sufrimiento de una niña”.

Segunda: Presentamos a la administración un escrito sobre nuestra experiencia con adolescentes. Esto nos fue devuelto en forma de un Programa: “Programa riesgos en las adolescencias”. Es un Programa que está en continua elaboración y reflexión, y así lo presentamos, como una manera de mostrar la eficacia de nuestra práctica, incluyendo la evaluación. Uno de los ejes de intervención son las “Conversaciones con adolescentes” en el marco del Instituto. En uno de los primeros encuentros uno de los chicos cuestionó el nombre del Programa “nosotros estamos en riesgo, somos un riesgo, ¿para quién?”.

Hay que decir que el grupo, elegido por el equipo directivo, lo conformaban chicos que presentaban problemas de conducta en el aula, alterando el orden o faltando al respeto. La conversación en este caso apuntó a interrogar el lugar en el que estaban identificados a partir de lo cual aparecieron otros temas como la soledad de un proceso migratorio, o la falta de perspectiva ante un futuro incierto. Temas que fueron devueltos al equipo directivo y que permitieron otra mirada con los efectos también para los adolescentes.

Entiendo estos espacios, como “lugares alfa”, en la medida en que J.-A. Miller lo define como “lugares de respuesta en los que el parloteo toma forma de pregunta y la pregunta misma gira hacia la respuesta, no sin la intervención del analista”.

 


“Laboratorios de prácticas de vida”

Texto introductorio de Francesc Vilà.

Después del triunfo de la biopolítica. 1980 es la fecha del triunfo de la biopolítica. El DSM III certifica que la creencia en el cientificismo arrincona las prácticas de clasificación y tratamiento de la psiquiatría clásica apoyada en su lectura libre de los llamados mecanismos psíquicos freudianos.

La medicalización de la vida parte de un “algoritmo”: el tratamiento de la alteración cerebral de los individuos produce salud personal y control social. Todo se reduce a individuos sanitarizados.

30 años después Robert Whitaher, en Anatomía de una epidemia, demuestra que este algoritmo produce epidemias de discapacidad personal y cronicidad mental. Y, sobre todo, mucha insatisfacción entre los protagonistas y los coprotagonistas –familiares y vecinos-. Así como la salud ordinaria tiene una hoja de servicios exitosos en muchos campos, la salud mental no sale de su confusión al no situar el goce humano en el centro de su discurso.

La Fundación Cassià Just responde a estas nuevas coordenadas en la orientación de la acción lacaniana. Entre otros dispositivos promueve lugares alfa para atender familias. Uno construido en cooperación con los servicios sociales de Cornellà y otro abierto a familias de trabajadores con fragilidad mental de Cuina Justa y a otras familias en la misma condición del territorio. El radio de acción es el Baix Llobregat sur.

El Departamento de Acción Social y Familia, el de Salud y la regiduría de Acción Social de Cornellà los financian. Estos dispositivos forman parte de la cartera de servicios de la nueva Salud Mental Comunitaria.

Lógica del SOAF/SAFE. Estos lugares alfa son espacios de respuesta a las prácticas de la vida familiar en el mundo contemporáneo. No generan desconfianza al amo porque hablar de cosas de familia y de parentalidad son objetivos reconocidos de las politices sociosanitarias.

Julio Gonzálezcita a Félix Guattari: “la descomposición de las estratificaciones tradicionales en la familia, la vida y el trabajo exacerba fenómenos de sufrimiento personal y exclusión social…”. La clínica y la pragmática de la alienación y la separación del complejo familiar, de la vida doméstica…es acogida como un parloteo, a menudo sin demanda inicial, que toma forma de preguntas y respuestas.

Preguntas y respuestas que diferentes modelos de familia –la conyugal, la extensa, la monoparental, la homoparental, la ampliada, la reconstruida, la soportada por la red asistencial…- se hacen en relación a la crianza de los hijos, la vida doméstica, las relaciones con la comunidad, el futuro…

Pero lo que sí está claro es que las familias funcionan de manera más compleja que antaño. La familia modelo o freudiana del pasado ha dejado paso a unos nuevos mundos domésticos post edípicos, más complejos. Son multiplicidad de nuevos escenarios presentados como restos de la familia patriarcal de la modernidad. Pero no hay suficiente, incorporan una sorpresa: se desbiselan las diferencias generacionales.

Las novedades de la democracia y la ciencia animan nuevas realizaciones de la paternidad, la reproducción y los vínculos. Vuelven a la palestra algunas afirmaciones del Lacan del texto de la familia de 1938: el carácter extremadamente opaco y misterioso de lo que se llama familia, o lo difícil de determinar de la relación madre-hijo.

Los nuevos lazos se establecen en el seno familiar envuelto por los factores culturales y técnicos cambiantes.

Decir de la familia. Algunos flashes rápidos para el debate.

La oferta de consulta promueve una elaboración forzada del relato, de los relatos. Hay un más allá de la devaluada demanda o de la desuposición de saber que produce, en la sociedad actual, la creencia en el discurso de la ciencia. Las conversaciones de los lugares alfa abren a Otros escenarios, postfreudianos, los del goce de la palabra y los del goce del cuerpo. Los amores y odios de cada miembro de la vida doméstica encuentran sus (une—bévue) sus tropiezos, sus traspiés, sus escollos… en la conversación. Y reaniman los sentimientos que acontecen al cuerpo.

La creencia actual en la ciencia tiende a desuponer y romper la relación con el Otro. El inconsciente solo aparece en la une—bévue en la medida en que se agrega una significación. El individuo solitario o el aislado en la familia lo es en la medida en que se separa de la palabra o evita la soledad con cualquier artilugio, fantasma o delirio.

La interpretación, en su dimensión de corte en la conversación, facilita la emergencia de lo indecible de esos relatos de familia.

La presencia del operador encarna el objeto que promueve la sintomatización. Este hablar de la cosa familiar, en un ciclo de x encuentros, genera equívocos y narraciones que retoman el pasado y el futuro del lazo familiar. Ahí hay la oportunidad de que se deslice una nueva versión de la transferencia positiva y, quizá, la posibilidad de retomar la felicidad por vivir junto a otros en el laberinto doméstico.

 


Proyecto piloto de “Prevención de la soledad no deseada”

Texto introductorio de Sandra Candelas.

El proyecto piloto de prevención de la soledad no deseada nace al amparo del Plan “Madrid Ciudad de los Cuidados” como una estrategia de incidencia sobre todos aquellos determinantes sociales que hacen que en nuestra vida cotidiana asumamos como normales o naturales una serie de malestares que tienen un impacto negativo en nuestras vidas.

Como ya sabemos, estos determinantes sociales encuentran su origen en una organización estratificada de la sociedad, por medio de un conjunto de opresiones entrelazadas que discriminan y segregan a la gente en torno a grupos sociales que nunca terminan de ajustarse a la norma esperada, aunque ocupen posiciones diferentes en la escala social. Los imperativos sociales que promueven el ajuste a esa norma esperada (capacitismo, productivismo, heterosexismo, racismo, clasismo…) provocan esos malestares de la vida cotidiana que aún siendo generadores de sufrimiento y malestar, son asumidos por toda la sociedad en su conjunto como algo inevitable, inmutable y que toca asumir. Por ese motivo, la respuestas habituales que solemos encontrar se basan en la indiferencia, la culpabilización, la medicalización o la institucionalización. Y las formas de afrontamiento y apoyo suelen ser individuales y basadas en la competición por unos recursos y servicios que son percibidos como escasos e inalcanzables.

“No tolero que a un migrante que acaba de llegar le den una casa y mi hija que cría sola de dos hijos tenga que vivir con su madre”, “Este barrio era de yonkis y gitanos pero ahora hay muchos pisos nuevos con parejas jóvenes”, “Tengo miedo de que el precio del alquiler me obligue a cambiarme de barrio”, “Cuando salgo del trabajo no tengo ganas de hablar con nadie”, “Me he apuntado a un curso de tecnologías para hablar por wassap con mi familia”, “El Ayuntamiento ha montado un buen programa de fiestas este año”, “no abras la puerta que no me apetece hablar con nadie”, “Voy al Día Espress un momentito a comprar algo fácil y rápido para comer” o “Prefiero quedarme en casa viendo la tele que salir a dar una vuelta”, son solo algunas expresiones cotidianas que muestran un tipo de vínculo que favorece que cada vez más personas tengan una experiencia subjetiva y emocionalmente negativa llamada soledad no deseada.

Si la causa del problema es social y tiene como espacio las relaciones y el tipo de vínculos que se establecen entre las personas, la solución a la soledad no deseada no puede ser solo individual. Pero en la práctica encontramos que se tiende a responsabilizar, patologizar o convertir a la gente en situación de soledad no deseada en colectivos de riesgo y clientes de programas de atención individual o grupal.

Desde el proyecto piloto de prevención de la soledad no deseada intentamos abordar este problema de salud comunitaria desde un enfoque psicosocial, que tiene en cuenta la experiencia individual de soledad social y emocional, pero también busca abordar los determinantes sociales que la provocan, y contribuir al fortalecimiento del sentido de comunidad.

“No salgo mucho con mis amigos porque me da vergüenza seguir sin trabajo después de 5 años de desempleo”, “La gente me mira con miedo en los restaurantes porque no entienden cómo una persona con parálisis cerebral puede cenar fuera de casa”, “Ya no salgo mucho porque ha cambiado el barrio y no conozco a la gente”, “Desde que tuve a mi hija he perdido parte de mis amistades y me siento sola”, “Me vine a este barrio porque era muy barato el alquiler pero no lo conozco ni me gusta mucho”, “Trabajo como interina en una casa y no tengo más que un día a la semana libre, por lo que me cuesta hacer amigos”; “Vengo al centro de mayores todos los días, pero como solo y no tengo con quién salir”. Nuestro objetivo es constituir redes de apoyo informal dentro de los barrios de Ventilla y Trafalgar que identifiquen esas situaciones de soledad no deseada, valoren cada situación en su contexto relacional y social, identifiquen los determinantes sociales existentes en el barrio que llevan a mantener la soledad social y pongan en marcha estrategias colectivas de apoyo y afrontamiento: desde dejar de hablar con el móvil por la calle y mirar a la gente, preocuparse periódicamente por los vecinos de tu portal, implicarse en actividades, sentarse en un parque o pasear por el barrio.

Esas redes están compuestas por recursos comunitarios (públicos y privados), establecimientos y el propio vecindario, que dialogan y comparten saberes y recursos para afrontar la soledad no deseada y prevenir soledades.

Una panadería o una charcutería, la sala de lectura de la biblioteca, la cafetería del centro de mayores o una fuente en la calle son espacios donde encontramos soledades no deseadas, pero donde también podemos fortalecer los vínculos vecinales, porque aunque se rehúya el encuentro, la gente inevitablemente se encuentra. El papel del proyecto piloto es intentar visibilizar y poner en valor lo comunitario, articulando procesos de apoyo individual, grupal y barrial que promuevan el bienestar, traten de romper la separación e incrementen el sentido de pertenencia, la reciprocidad y los encuentros.

*Sandra Candelas es psicóloga, responsable del proyecto “Prevención de la soledad no deseada” del Ayuntamiento de Madrid.

 

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