Jornada CPCT-PARIS 2018. Un lazo social sin común medida

Entrevista con Pierre Sidon: «El acto analítico y el lazo social en la era del individuo»

CPCT-Paris: ¿En qué medida el CPCT puede definirse a partir de un cierto tipo de lazo social? ¿Qué es lo que esto representa para usted a partir de su lectura de Lacan? ¿Y cómo entender este “Sin común medida”? Finalmente, ¿qué es lo que distingue el lazo social, en el sentido analítico, de aquél de uso corriente?

Pierre Sidon: Este sintagma de “lazo social” vino a sustituir, para Lacan, la vaga idea de “la sociedad”. En efecto, quizás caló en la sociedad hasta el punto de que utilizamos el término lazo social en el lenguaje corriente. En cualquier caso, en el momento en que Lacan empieza a desarrollarlo con ‘los cuatro discursos’ la noción de sujeto queda velada y la de individuo aparece. Por ejemplo, en “[…] cada individuo es realmente un proletario, es decir que carece por completo de discurso con el que hacer lazo social, dicho de otro modo semblante”.

Esta noción de sujeto está presente en los cuatro discursos, pero a partir del momento en que Lacan propone el discurso capitalista en 1972 queda abierta la vía del individuo. Propongo leer la creación de los CPCT a partir de la situación de este individuo sometido al goce sin la mediación de un discurso. Jacques-Alain Miller crea en 2003 a partir de las consecuencias de la enmienda Accoyer. En la enmienda Accoyer se trataba de poner orden en prácticas que eran consideradas como no siendo de buena relación calidad-precio, ineficaces, incluso peligrosas. Una medida presentada como de salubridad pública con el fin de proteger de timadores y charlatanes. Emanaba de un diputado, buen republicano, médico otorrinolaringólogo por ende, del cual un familiar habría sido maltratado por un psicoterapeuta. Pero se trataba también de promover, con el informe del INSERM, salido oportunamente pocos meses después, de las terapias pretendidamente validadas, medidas. En el lado opuesto encontramos el “sin común medida” del título de la Jornada. Después de esto apareció esta idea, visiblemente relacionada con las ciencias sociales, de que era preciso revisar el argumento. Y proponer alguna cosa que fuera abordable, localizable, de fácil acceso pero que fuera también, en cierto modo, transparente, es decir con una práctica visible, expuesta, de la que fuera posible dar cuenta públicamente.
 
CPCT-Paris: El CPCT articula así el lazo social en el discurso analítico al lazo social del discurso corriente… se asimilan entonces en el CPCT?

Pierre Sidon: Podría ser así en apariencia… Pero también hay el hecho de que el lazo social se encuentra hoy amenazado. El CPCT aparece en un momento de la historia en el que el discurso del Amo está tocado. El psicoanálisis apareció en este momento de debilidad. Asistimos a una evolución en la que el lazo social del psicoanálisis es hoy antropológicamente consustancial al lazo social contemporáneo. Pero ello necesita de la permanencia de este “poco” de discurso del Amo con el fin de asegurar la perennidad del psicoanálisis. En todo caso, es en este estado del discurso contemporáneo, del lazo social completamente particular, que la oferta del CPCT aparece. No somos los primeros en haber creado consultorios…

CPCT-Paris: ¿Como por ejemplo en 1920 con la creación del Instituto Psicoanalítico de Berlín por Karl Abraham, Max Eitington y Ernst Simmel, en la estela de las consecuencias de la primera Guerra Mundial con su cohorte de traumatismos y de ruinas financieras?

Pierre Sidon: Sí. Sin embargo, la disposición del discurso universal con respecto al psicoanálisis no es la misma. Además, no se trata ya de aportar una novedad, se trata de hacer con la reacción, que es el reverso de su éxito; una forma de resistencia nueva, no sin relación con la medida. En la emergencia de los CPCTs podemos leer también una oposición a la medida que da la cara ante lo medible, lo cuantificable, el todo evaluable. Eso no quiere decir que nuestra práctica no se evalúe, sino que no la medimos con las herramientas de la EBM (Evidence Based Medicine) de las que las Terapias Cognitivo-Conductuales se proveen.

CPCT-Paris: Después de haber trabajado respecto de la transferencia en el CPCT, la jornada del CPCT-Paris trata sobre el lazo social. ¿Cómo articula usted la palabra bajo transferencia al lazo social sin común medida?

Pierre Sidon: Puede evocarse a este respecto la evolución de la doctrina de la transferencia en el psicoanálisis a partir de esta inversión de perspectiva(s) que fue producida por la última enseñanza de Lacan. Podemos partir de Freud, con su reticencia, o lo que más bien creía ser su reticencia respecto de las psicosis. Lo que no ha sido enteramente verificado puesto que al contrario, tomó a su cargo a sujetos psicóticos, fueran diagnosticados o no: el Hombre de los Lobos, también particularmente el caso del paciente A.B., relatado en un artículo de David J. Lynn aparecido en 2007 sobre este paciente esquizofrénico atendido durante 5 años. Entonces Freud creía tener una mala disposición respecto de las psicosis, es lo que escribió a Istvan Hollos; pero en realidad no es tan sencilla la cosa. En cualquier caso la aplicación de la técnica psicoanalítica a los psicóticos fue sobretodo trabajada después de él: particularmente por Ferenczi, Abraham, Mélanie Klein, y después Lacan. En ‘Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis’ Lacan termina por esta pregunta que quedó en suspenso respecto del manejo de la transferencia en tales casos -lo que Éric Laurent desarrolló en Barcelona-. Con el último Lacan alcanzamos una inversión completa, puesto que no se trata ya de aplicar la técnica psicoanalítica a sujetos para los que no estaba inicialmente prevista, como los psicóticos, sino que se trata de hacer con los sujetos para los que había sido inicialmente prevista como con los psicóticos, a partir de Joyce. Por supuesto, el lugar de la interpretación no es el mismo en la neurosis y en la psicosis, pero en el horizonte encontramos la cuestión de hacer emerger el Uno y esta dimensión del sinthome que inversa completamente la perspectiva. Hoy, la situación general del lazo social hace que hay una analogía entre el individuo contemporáneo sometido al goce, fuera de discurso, y la psicosis en la que el sujeto es objeto del fantasma del Otro: es así como leo la introducción del término “individuo” por Lacan. El plus de gozar se abalanza como una “lluvia de objetos”, decía Jacques-Alain Miller, sobre el sujeto. Y el discurso contemporáneo no hace obstáculo contra el goce contrariamente a los cuatro discursos que inscriben el goce como ‘inter-dicto’. Más aún, hay un imperativo de goce. Y esta analogía con la psicosis me hace pensar que hay un lugar para un manejo similar de la transferencia. Podemos pues considerar el advenimiento de los CPCT como una forma de respuesta a esta posición del sujeto como objetalizado en el discurso contemporáneo. Si prosigo con esta analogía, ¿cuál es el manejo de la transferencia en las psicosis y cuáles son las instituciones contemporáneas que serían adecuadas a este manejo de la transferencia? En la psicosis no tenemos de entrada el sujeto supuesto saber. Podríamos ver premisas de esto en la enseñanza de Lacan: con la “identificación sin mediación” de 1946 que pasa en 1953 a “la detención de la dialéctica” (la frase interrumpida), y al final el “Uno solo”. Al respecto del manejo del Uno solo, Éric Laurent utilizó una fórmula absolutamente chocante en Barcelona, que la de “poner en relación con el diálogo”. Al sujeto con su plus-de-goce singular viene a sustituirse el individuo con sus gadgets: es anómico (Durkheim) porque una oferta de goce prêt-à-porter es proyectada en permanencia sobre él, estandarizado y con una promesa de satisfacción por fin total profetizada por la ciencia. Viene a velar su síntoma singular. En apariencia no está solo, ya que deviene como todo el mundo. Y por eso su singularidad le es alienada, así como su libertad. Pero su lazo social, que recae sobre un lazo al semejante, queda “deshecho” como lo dice Pierre Naveau a propósito del psicótico (la experiencia clínica pone en valor una paradoja al respecto de la psicosis. Muestra que el sujeto psicótico encuentra un lugar, de una forma u otra, en la sociedad al mismo tiempo que para él el lazo social está deshecho). Entonces si el lazo social de la psicosis puede repararse, el de la neurosis puede también deteriorarse bajo los asaltos de la modernidad: es el “individualismo democrático” (Tocqueville) del que Lacan, en el 68, da razón por el efecto de la ciencia: “es al nivel del Otro que la ciencia se totaliza, es decir que respecto al sujeto, ésta se aliena completamente”.
 
Es por tanto igualmente problemático para el neurótico que se encuentra despegado de todo saber – habiéndose desplazado hacia el Otro – por la purificación del sujeto operada por la ciencia (citamos de nuevo a Lacan en esta sesión de junio del 68).  En ambos casos el Uno del sujeto queda ahí alienado.  Además, este algoritmo del Uno y el diálogo puede encontrar la forma de aplicarse en los dos casos, nos dice aún Lacan. De hallar un residuo al nivel del sujeto, alguna cosa que sea justamente del orden de la profecía: se trata de no dejar todo el campo de la profecía a la ciencia.  Vemos que se trata, más que de un lazo entre el discurso contemporáneo y el discurso analítico,  de su intrincación hoy indisoluble.  A la inversa, ¿qué sucede en las sociedades dónde no hay individualismo democrático, como las sociedades tradicionales, teocráticas?  ¿Qué pasa cuando el individuo ya no habla en nombre propio sino en nombre de un ‘nosotros’?  No un yo sino un nosotros que puede ser genos o etnos, En proporciones variables.  ¿Es acaso en nombre de la familia?  ¿De la generación? ¿De Dios? ¿En nombre del pueblo definido por una teocracia, o por una sociedad sometida a la dictadura del saber?  En este caso no hay psicoanálisis posible,  ya que no hay responsabilidad individual que pueda ahí movilizarse. No hay yo,  solo un sujeto de lo colectivo. Es muy diferente de la situación en la que estamos hoy donde el yo y el nosotros están confundidos, lo que hace que en ambos casos, pero por razones diferentes, y como lo dice aún Lacan en 1968: “aquel que habla no siempre es capaz de decir ‘yo digo’”. El  discurso analítico prospera en esta falla entre el discurso de la ciencia y la corriente reaccionaria que ahonda en su señuelo. Es el único recurso para aquellos que no tienen el recurso de un sinthome: A partir de este lazo social entre dos, un puente puede ser lanzado hacia el Otro a partir de un punto de cúspide.
 
CPCT-Paris: ¿Cómo operar para establecer este lazo?

Pierre Sidon:  La transferencia es un desplazamiento,  una sustitución.  Pensemos en todos los términos de Freud que reenvían al desplazamiento.  La noción de movimiento es fundamental.  ¿Cómo puede aplicarse esta operación de transferencia al “individuo”? Éric Laurent  explica que en los últimos seminarios de Lacan la noción de transferencia desaparece casi por completo,  porque Lacan la contempla como sujeto supuesto saber.  A partir del momento en que el otro queda barrado,  no existe,  queda roto, quebrado…  a partir de este momento la suposición de saber no queda del lado del Otro, sino del lado del sujeto mismo. De aquí el equívoco de Lacan: “ yo soy, él sigue”. Es entonces el sujeto quién sabe, quién no sabe que sabe.  Lacan insiste mucho sobre el riesgo de infatuación del sujeto supuesto saber. Esta inversión en favor del sujeto implica al contrario no creérselo. Esta lógica llevada al extremo produce una desinfatuación completa. La única cosa que sabe es que hay de lo real,  que hay del Uno. Por seguir a su paciente podrá puntuar o cortar. Hay un debate a este respecto: Éric Laurent ha escrito el texto ‘Interpretar la psicosis en el día a día’; en él, al final, interroga si esta distinción entre puntuar y cortar es realmente válida. En todo caso, hay un saber de la estructura que hace que la atención flotante del psicoanalista pueda guiar sin que el psicoanalista haya podido anticipar nada de nada, ni en la interpretación clásica ni en esta, y aún pueda abalanzarse en el momento en que algo de lo real surge,  como testimonian las curas llevadas hasta su final de los AE. Aquí hay transferencia del autismo del goce en el diálogo. Del lazo social que se ha producido,  el del psicoanálisis, Lacan dice que es el único lazo social entre dos.  No porque éste arranque al sujeto de su lazo social ordinario, si no al contrario: puede ser su único lazo social. Y al final, si es que hay un final, este Uno solo puede acabar por ser desvelado, cernido, expuesto a la cruda luz del público. ¿Será el mito de los vampiros el que ha inspirado el pase, o al contrario?

Podemos imaginar una distopía en la cual no habría otro lazo social que el analítico. Es una pesadilla: todos devienen hikikomori, es un lazo social de uno; pero tienen todos un diálogo con un analista: lazo social de dos. Es el paradigma clínico japonés de estos adolescentes que no salen de sus casas, de sus habitaciones, durante años. Es una forma clínica que podemos en algunos casos reportar a la esquizofrenia, pero no solamente. En la película ‘¡Tokio!’, en su tercer corto titulado ‘Shaking Tokyo’ de Bong Joon-Ho, se propone una visión no clínica,  tampoco psiquiátrica, de este fenómeno. No reduce al hikikomori a la esquizofrenia, sino que ilustra con este fenómeno un cierto lazo social extremo en la civilización, o más bien su ausencia. Podemos ver cómo esto se dibuja ya con la interdicción de la relación sexual figurada en un film, THX 1138 de Georges Lucas (1971)… Aunque quizás ni siquiera haya necesidad de prohibirla si se sigue comprobando, como pasa hoy, la disminución de su práctica.

La creación del CPCT de París en 2003, y de las instituciones que siguieron, hoy reunidas en la FIPA (Federación de las Instituciones de Psicoanálisis Aplicado), da cuenta de la fuerza creciente del psicoanálisis. Esto se antoja también una experiencia. Jacques-Alain Miller no ha deseado que se desarrolle más: probablemente para evitar que ella misma devenga una institución, y que como tal sobrepase su objetivo. pero tengo el sentimiento de que desarrolla sus efectos en el lazo social, no a pesar de su modesto alcance, si no precisamente por el mismo.
 
CPCT-Paris: ¿Cómo?

Pierre Sidon: En este contexto de consumo digamos que somos dealers,  dealers de palabra. De hecho el individuo, en el sentido de la cal, es afín a la adicción: el Uno, que itera, itera tan bien hacia Cíteres… es la adicción misma. Ahora bien, para devenir adicto hace falta una condición particular. Lo que es cierto para la heroína, para toda sustancia de hecho, quizás también lo sea para la palabra analítica; ciertamente de forma menor, pero es preciso que eso vaya mal. Esta condición necesaria es justamente cierto grado de ruptura del lazo social. La operación CPCT, cuándo se comprobó que había sobrepasado el estatuto de experiencia, se sustituyó a lo que falta en el campo de las instituciones, y devino una institución. Entonces: permanecer como experiencia, para no suplir el lazo social como institución. Es lo que se precisa para poder degustar el psicoanálisis. Con sus afinidades. es decir: fuera de allí, ya que no se sabría hacer un análisis en una institución. Es por ello que el CPCT-institución de lo social podía devenir un obstáculo para el psicoanálisis.

CPCT-Paris: Esto apunta a la cuestión de la gratuidad: ¿es acaso condición de este lazo social?

Pierre Sidon: El texto de Jacques-Alain Miller ‘La salud por los desechos’ me aclaró respecto de este punto: también es la gratuidad la que como contrapartida justifica la limitación del número de sesiones. Habría sido posible elegir una modesta participación; o facultativa, como sucede en otras instituciones psicoanalíticas. Se decidió la gratuidad. Es un arbitrario en cualquier caso pero siendo el objetivo ser accesibles al máximo, ello apuntaba al cero. En mi práctica de psiquiatra, siempre trabajé con la gratuidad; en la institución pública y en mi consultorio. Es un escalón, un umbral suficientemente bajo que puede ser muy útil, incluso indispensable, para facilitar algunos la entrada en una práctica de la palabra. Hay que citar también el carácter público, de aspecto institucional, que tiene el CPCT (nunca el consultorio, menos aún si es en el domicilio del analista) que puede asegurar incluso ser garantía para algunos. Así, el horizonte limitado de las 16 sesiones no abre a una perspectiva ilimitada potencialmente angustiante. Aparte, cierto discurso sobre la víctima que se constituyó como ‘victimología’ había antaño contribuido al ataque conjunto Accoyer-INSERM. Escribí en 2003 un artículo (‘Victima pasa al ataque’ en el Nouvel Âne) Para dar cuenta de ello; creo que hoy han vuelto hasta cierto punto. Pero la idea del sujeto como víctima primitiva está bien instalado en nuestra época. Y la responsabilización inherente al psicoanálisis aparece entonces como un terrorismo. Pero al contrario, en una acepción más relajada de su práctica de palabra puede también ser percibida como una reparación, con la así llamada ‘resiliencia’ en perspectiva. La creación de los CPCT y seguidamente de las instituciones de psicoanálisis aplicado participa así de un discurso que puede parecer irónico: el de un derecho universal al psicoanálisis. Si es subversivo, lo es también respecto de las instituciones: en tanto burla del dispensario de salud mental, como del psicoanálisis mismo cuando se pretende elitista. Es por ende un verdadero discurso de salubridad pública.

Desde entonces el ‘sin común medida’ del discurso analítico es medido como sin medida por el discurso contemporáneo de la medida. En fin, esto corresponde bastante bien con el estatuto contemporáneo del psicoanálisis, que como lo precisó Jacques-Alain Miller después de Accoyer se sostuvo largo tiempo sobre la transferencia a Lacan. Nos corresponde hoy a cada uno de nosotros arremangarnos para dar prueba, suscitar la transferencia y tratar eficazmente. el CPCT es uno de los medios que tenemos, con sus tratamientos rápidos y gratuitos y su saber expuesto.
 
CPCT-Paris: ¿Pero cómo concibe usted el objetivo del lazo social… con sujetos que no continúan más allá de las 16 sesiones?

Pierre Sidon: ¡Pero si es peor aún! En la enunciación de la regla fundamental del CPCT, las 16 sesiones es un máximo. Pienso en particular en el tratamiento de un sujeto obsesivo a lo largo de las 16 sesiones: estaba muy contento de la experiencia. ¡Y yo también! Demasiado. Estaba convencido de que se comprometería en un análisis. Y no, en absoluto. Me equivoqué por completo. ¿Acaso a partir de cierto momento, para que el lazo con la pureza analítica se mantenga, no habría que extraer las consecuencias de un acto que tuvo lugar y que podría conducir a un análisis? Si estas consecuencias se degradan esto puede transformarse en un: “tengo derecho a 16 sesiones y aprovecho mis 16 sesiones”. Es una degradación ética de la práctica. El “sin común medida” resuena entonces con las medidas que es preciso tomar a pesar de la medida de las 16 sesiones. Nunca la ética del acto debe dejarse suplantar por una ética del servicio social. lo que es a veces difícil ya que el ideal de la caridad – que es poderoso y útil – nos atrapa en cada instante. Permite también un cierto confort, compartido con el paciente. El resto del deseo terapéutico, cuándo existe, participa en una de las formas más necesarias de la impureza del deseo del psicoanalista. Por mi parte tengo la idea, el ideal, de que el CPCT no sea sino un comienzo antes de la apuesta por un psicoanálisis auténtico. Pero aquí es posible distinguir las estructuras. Para algunos la restauración de un lazo social va tan deprisa que se van instantáneamente con un mejor pie: es suficiente, “el sujeto es feliz”. Para otros, paradójicamente aquellos cuyo lazo social está menos comprometido, puede tardar… unos 30 años. Mi deseo es que perseveren. Reencontramos esta cuestión de la transferencia al CPCT a partir del lazo social.  El CPCT también es un tratamiento del lazo social.

CPCT-Paris: el CPCT un tratamiento del lazo social… ¿por qué?

Pierre Sidon: ¿Por qué? Porque la transferencia ya es un tratamiento. Y también un obstáculo de hecho: en las neurosis es la causa de los primeros alivios en la cura. Pero también es habitualmente el objetivo mismo en algunas psicosis. Y en bastantes ocasiones no llegamos a ir más allá del establecimiento de una transferencia. Pero entonces esto ya es mucho, y puede dar lugar a análisis interminables. Puesto que un sujeto que está conectado sobre sí mismo gracias al psicoanálisis puede conectarse a otro-al-menos, y a veces a nada más. Lo que constituye un núcleo de lazo social para él, pero también para la sociedad. No será un progreso si es solamente para algunos, como decía Lacan en la proposición de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela; pero si es para algunos más, entonces comenzará a tener un efecto de masa.

CPCT-Paris: ¿El CPCT vendría entonces al lugar de algo dejado vacante en el lazo social, inscribiendo también en su seno un lazo social de trabajo, y al mismo tiempo respecto del exterior un lugar para otras instituciones? ¿Sería entonces como una interfaz posible del encuentro con el discurso analítico según varias modalidades?

Pierre Sidon: Sí: un lazo social entre practicantes con una transferencia de trabajo importante. Esto ocupa mucho hay formación, transmisión, exposición hacia el público, y un lazo social con el público en la escuela y con las instituciones. Los  centros de salud mental nos envían las personas que no puede recibir, ya que la lista de espera es muy larga. Esto permite a las personas que no tienen acceso a los centros de salud mental acceder rápidamente a una consulta. el CPCT sin embargo no se sustituye a estos centros. Sirve a todo el mundo a partir del momento en que eso también nos interesa. Dejarse instrumentalizar por el otro ¿no es acaso inherente a la posición del analista? este lazo testimonio de una transferencia por parte de las otras instituciones y de los practicantes liberales que nos envían estos pacientes. Saben que serán bien acogidos. De hecho, en su práctica, sus usos, constato que estamos inscritos en esta red de instituciones públicas, ¡sí más no sea por el hecho de figurar como dirección en los ficheros de sus secretariados! Finalmente, como Jano, tenemos dos caras. De un lado, estamos aquí para decir “podéis enviarlos”; no es el bien común del otro lo que deseamos, queremos otra cosa: llevarles hacia la “diferencia absoluta”. el CPCT es una escuela de malabares con los discursos. Hasta el final tenemos está doble faz, ya que hay en efecto una intersección no vacía entre los ideales de utilidad pública de una sociedad, y lo que el psicoanálisis es.

CPCT-Paris: ¿Y respecto de los efectos sobre la sociedad?

Pierre Sidon: En un estado de la civilización en el que habría muchos más sujetos solos, individuos, eso deviene consistente. Esto también permite el tratamiento de ciertos fenómenos que ciertamente son peligrosos. Que un sujeto se haya detenido en su dialéctica plantea problemas para el lazo social en general. Entonces el rol de un psicoanalista, sea practicante de la salud mental o no, es el de localizar este fenómeno y medir -aún- la peligrosidad de la cosa, empezando por la peligrosidad del psicoanálisis per se al respecto de este mismo paciente: la dosis de verdad (Nietzsche) que un sujeto puede soportar. No añadir sentido a un fenómeno es ya una medida de salud mental y de salud pública: para el psicoanálisis mismo, para el paciente, para la sociedad. Por ende también medir la peligrosidad para la sociedad, extraer consecuencias. De hecho es lo que actúa sobre el lazo social.

Pero esto puede ir aún más lejos: hay detenciones en la dialéctica que han hecho furor en la historia. De hecho no es sino esto lo que constituye la historia como tal, evocando incluso que “la imposibilidad experimentada por el discurso pulverulento es el caballo de Troya por donde entra en la ciudad el discurso del amo que es el del psicótico”. De aquí la necesidad lógica de la intervención pública del analista en el debate público. En el fondo me parece que el CPCT fue un primer momento, que ha visto sucederse la serie de los fórums hasta los últimos en fecha que han mostrado al psicoanálisis tomando partido en el debate político contra el Front National en estas últimas elecciones presidenciales francesas del 2017. ¿Qué acción pública del psicoanálisis frente a estas certidumbres peligrosas? Cómo es la cura: subrayar, puntuar, cortar y detener si es preciso. y por todos los medios… La acción directa no es el medio en el que estoy pensando, ya que es el rol político de la transferencia el que conviene para poner en relación el Uno y el diálogo también en la sociedad: el lazo social, es la transferencia.

Traducción: Héctor García.

 

Comparte / Imprime este artículo
Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
Linkedin
Share on whatsapp
Whatsapp
Share on email
Email
Share on print
Print