Reseña de la 3ª Conferencia de Nieves Soria: “Sexuación sin padre”

“Dios ha muerto de cansancio lo que es muy diferente que afirmar que nunca existió. Un nombre ha muerto”1. Con esta cita escogida por Nieves Soria, ella da comienzo a la última conferencia de la FCPOL, que hace serie. Le precede Jesús Sebastián que presenta el encuentro señalando la variabilidad que se pretende construir, tantas variables, verdades variables en el registro del género de los semblantes, estableciendo la diferencia radical entre transgénero y transexual, en cuanto al registro del goce, en la utopía de la sexuación sin Otro. El anudamiento del goce con lalengua y el cuerpo ha de hacerlo cada uno, cada una, uno por uno como solución sintomática.

La sexuación ha perdido la brújula edípica en la época de la evaporación del padre2. En la comunidad trans, al nombre de pila que los sujetos rechazan junto con su cuerpo sexuado, a este nombre recibido, se le llama nombre muerto. Este debe ser borrado junto con la supuesta identidad de género que nombraba, ese nombre no merece ser enterrado, no merece tener una lápida, no debe recordarse en modo alguno. En Argentina el sujeto que realiza la transición recibe una nueva partida de nacimiento, que forcluye junto con el sexo biológico del cuerpo, el acto de nominación del otro parental. Un nombre ha muerto y es obligatorio perder la memoria al respecto. Muere así el nombre propio ligado al misterio paterno, junto con él, esa dimensión metafórica por la que el nombre propio es a la vez lo más propio y lo más ajeno. Esto deja lugar a la deriva de nombres anónimos que el sujeto no logra terminar de vivir como propios, que no anudan, o bien el nombre como absolutamente propio, marcando a fuego una identidad en un orden de hierro.

El espejo trans

En la clínica de la transexualidad puede ocurrir que el infans se reconozca en la imagen que le devuelve el espejo, pero que no se identifique con ella, la jubilosa satisfacción con esa imagen no se produce, el sujeto rechaza aquello que el espejo le devuelve.

Nieves Soria nos guía a través de la función fálica que opera en el deseo materno en el estadio del espejo y la íntima relación del nombre propio y la falta. El niño por venir… ¿le hace falta al otro materno? El infans adquirido en la lógica de la mercancía, no hace falta al otro, la satura, pudiendo el sujeto quedar atrapado en el espejo trans.

La tecnociencia ofrece la ilusión de reparar esa falla constitucional del parletre, curarlo de los inquietantes agujeros que lo acechan, el sexo y la muerte.

El rechazo de la castración es correlativo al rechazo del falo, ya que no hay falo sin castración. El falo es lo que da cuerpo a lo imaginario, ya que es la consistencia de lo real. De allí la extensión de la dimensión mortificante en la relación del sujeto con su cuerpo en la clínica actual. Lo trans se constituye como una solución que funciona como una identificación prevalente en tiempos de la masa hiperconectada, sin líder padre, que conlleva un pathos desabonado del inconsciente que se juega en el campo del simulacro y no en el del síntoma.

Sexuación y simulacro

Nieves Soria recordó que Baudrillard anunciaba ya en 1978 la era del simulacro, marcada por lo que denominó hiperreal, que borra la distinción de imaginario y real, lo que conduce a la mutación de lo real en hiperreal, que Disneyland representa, logrando hacer que la inexistencia de la relación sexual sea vivida a modo de simulacro. Es como un saber hacer por fuera del síntoma ligado al inconsciente, invalidando toda referencia real de lo que ahí se juega. Tomó también la tesis de Severo Sarduy, de que nuestra cultura sacrifica el cuerpo, que regresa a la escena de su exclusión a través de la simulación en diversas variantes. El travesti simula a La mujer que no existe. Lejos del pathos neurótico afectado por el complejo de castración, se trata aquí de un saber hacer con el rechazo de la castración. Lo queer promueve lo hiperreal, la deconstrucción de Derrida y la lógica del sentido de Deleuze, invalidando toda la dimensión real de sexo, el sacrificio del cuerpo es lo real y la anatomía queda fuera de juego.

El caso Luana

El primer caso en el que se aplica la ley trans en Argentina y que dio lugar a la publicación del libro Yo nena, yo princesa, es leído por Nieves Soria desde la perspectiva del deseo de la madre, opaco para el niño, cuya prevalencia de un linaje matrilineal, está encarnado tanto en la abuela, como en la madre, como en el nombre de la niña, Luana (guerrera). La impronta identificadora a una figura de Disney funciona como una mirada femenina que podría ser una segunda madre habilitadora de un armado narcisista. Lacan ubica como uno de los signos de la ausencia de la función del padre, la presencia de las dos madres, tal y como sitúa en los casos de Gide, de Leonardo y de Juanito.

Al final del libro la madre hace referencia a su hermano mellizo, lo denomina un ángel, que ha de salvaguardar a Luana. Parece que en el deseo de la madre solo puede haber un deseo de un hijo varón como complemento de una hija mujer, en la línea de nombrar para, efecto de una prevalencia del deseo materno por sobre el nombre del padre, caracterizando esa nominación como instrumental e implantando un orden de hierro, efecto de esta nominación. Lo social toma prevalencia de nudo, lo trans funciona ahí como nominación, sin mediación dialéctica ni metafórica.

El nominalismo queer

Nieves Soria toma una cita de Lacan para recordar que en toda la historia de la filosofía no se había extendido el idealismo hasta la representación del sexo. Un corte en la historia de la filosofía que comienza con Foucault hasta Butler que impone un nominalismo radical. Es en este corte en donde se sitúa el antiedipo. En psicoanálisis la desviación de Alder como la de Jung anticipó ese corte.

La mutación capitalista del discurso del amo, impone en el plano discursivo y elimina la barrera de lo imposible en un circuito infernal. Se trata de un corte real que da lugar al advenimiento de nuevas configuraciones subjetivas, de nuevos anudamientos sin referencia al nombre del padre, evaporación o inexistencia del nombre, en vez de forclusión o adhesión simbólica, la inexistencia del otro y la sexuación sin padre, que se vuelve paradigma de la sexuación de la época.

Respuestas desde la filosofía al nominalismo Butleriano, la que propone Kojeve, ni la anatomía ni la convención pueden dar cuenta del sexo, se ignora el antagonismo radical entre sexo y sentido, el significado no refleja lo sexual si no que lo compensa, el sexo se produce a partir de la falla de la significación, es la imposibilidad de completar el significado, hablar de la deconstrucción del sexo tiene el mismo sentido que hablar de forcluir una puerta, aludiendo a la deriva junguiana del discurso queer, la bisexualidad era un concepto psicoanalítico mucho antes de que deviniese un concepto deconstructivista.

El realismo lacaniano

Freud en sus tres ensayos afirma la posición originariamente bisexual del hablante, década después de práctica analítica afirmará que aquello que define lo masculino de lo femenino es un carácter reconocido que la anatomía no puede aprehender. El enigma de las fórmulas de sexuación de Lacan se contrapone al nominalismo imperante. La pérdida del instinto en el parletre supone la pérdida del signo. Por ello, el hablante está exiliado de la relación sexual por haber sido expulsado del paraíso del reino natural, enfermo del parásito del significante, que localiza un agujero, allí donde falla la representación, no hay relación sexual ni complementariedad entre los sexos, un hablante que es un sin ser, solo encuentra el ser en el habla, ex-siste fuera de todo ser.

Si el peso del órgano vale tanto para el hombre como para la mujer, es importante en tanto falta, por ello se hace significante. La falla de la relación sexual que no hay, configurando dos modos de goce para-sexuados, que nunca alcanzarán lo sexual. La lógica uniana, que parte del uno fálico, único significante con el que cuenta el parletre para escribir el sexo, de diferente forma si se parte del lado derecho de la fórmula o si se parte del lado izquierdo, ninguna lectura imaginaria del falo como instrumento de dominación, juega la partida como castración del goce, ex-sistencia de uno solo que no hace pareja. El lugar del rechazo de la castración en la época actual, encuentra su lugar en el cuantificador que niega la excepción. En la inexistencia de la sexuación nos encontramos los géneros que no se detienen, lógica del superyó a un goce que no encuentra, ni el límite fálico ni el límite femenino del no todo

En las preguntas y debate posterior, primero participa Irene Domínguez señalando la única posible identificación freudiana que puede quedar vigente, el contagio histérico a modo de epidemia en el estatuto de lo social, que daría cuenta del mayor número de hombres trans, que invierten la tendencia pasada. Un dato se extrae del debate sin pretensiones estadísticas, este incremento solo es debido a este contagio, no por la reducción de mujeres trans. Se destaca que ya no es la masa del líder padre sino de la masa hiperconectada en forma de rizoma.

Luis Seguí enunciando la frase de Marx: “Nadie lucha contra la libertad, solo se lucha contra la libertad de los otros”, nos trae dos significantes engañosos de la época: libertad y despatologización. El tiempo de comprender es suprimido, el discurso médico aliado con la jurisprudencia y la impotencia de la ley para regular el goce, responde a una lógica agregativa, después de una reivindicación vendrán otras, que buscarán estar legitimadas por una ley. Esto ha llevado a una pregunta contingente, en la una clínica sin Nombre del Padre, ¿hay siempre un rechazo forclusivo? La ausencia de fenómenos elementales propios de la psicosis, supone un retorno a Los inclasificables.

Maria José Olmedo intervine indicando que por no haber existido una previa vivificación en el estadio del espejo, existe una incidencia en la clínica del falo muerto. Es en el momento inicial de ese rechazo en el que surge una melancolización del sujeto. En el caso de Gide, es la segunda madre la que lo vivifica. Incluso en algunas transiciones de hombre a mujer, la pareja sostiene con su mirada la transformación de su partener, operando como un espejo que le faltó al sujeto. Es la forclusión de la castración en púberes y adolescentes, el rechazo al cuerpo y las autolesiones que se han incrementado en la época pandémica. La sexuación en cuestión libro fruto del seminario diurno de la EOL impartido en el 2019 por Nieves Soria, nos ofrece la intervenciones de los analistas, caso por caso en lo trans.

Cierra la intervención Jesús Sebastián, recordando que el tema trans es una nueva modalidad de empuje y forzamiento al universal, como la ideología de la evaluación o la consideración de exclusividad, en el caso del TEA, para los tratamientos basados en la evidencia. Temas que comparten el empeño de encajar, por consentimiento o por acatamiento, lo singular en el protocolo y respecto de los cuelas Jacques Alain Miller nos ha ayudado a situar en el foco de nuestra atención como analistas. La intrusión del derecho, en un ámbito en el que se requiere una delicadeza y un cuidado máximo en los detalles, de la mano de una confusión conceptual, entre deseo y demanda, entre identidad e identificación, entre despatologización y descuido, nos convocan de nuevo a responder con nuestra clínica y a participar en el debate público.

 

Comparte / Imprime este artículo
Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
Linkedin
Share on whatsapp
Whatsapp
Share on email
Email
Share on print
Print

Notas:

  1. Miller, J. A., De la naturaleza de los semblantes, Paidos, Buenos Aires, 2009.
  2. Lacan, J., Nota sobre el padre.