Hechos inaceptables en la presentación de un libro

Hace unos días, ocurrió un hecho gravísimo para la democracia en general y para el colectivo de profesionales de la psicología, en particular.

En una conocida librería de Barcelona se presentaba el libro “Nadie nace en un cuerpo equivocado”, de los profesores de psicología José Errasti y Marino Pérez. Después de una breve intervención por parte de los autores, en el turno de participación y preguntas, los representantes de la librería aconsejaron dar por terminado el acto ya que se había reunido un grupo de activistas del colectivo LGTBI en la puerta, donde los Mossos d’Esquadra estaban conteniéndoles. Ante el aumento de la agresividad de los manifestantes, recomendaban que se cerrara el acto. La sorpresa de algunos asistentes al salir fue que los manifestantes no llegaban ni a un centenar, la mayoría de ellos muy jóvenes, que coreaban el consabido insulto de “tránsfobos”.

Partimos de que cualquier colectivo tiene derecho a expresarse y a manifestarse, mientras no intenten quemar librerías, libros ni personas. Ahora bien, es del todo incomprensible que los representantes de la democracia callen y otorguen ante un hecho tan grave de censura a la libertad de expresión; que callen ante la coacción al debate de las ideas y al libre pensamiento. Hasta hoy, que yo sepa, ningún colegio profesional, ninguna universidad, ningún partido político ha condenado el hecho.

Más inexplicable aún es que, los representantes de la psicología no salgan públicamente a aclarar el concepto psicológico (fóbia) al que se recurre para agredir a cualquier persona que discrepe de los planteamientos transgénero, así como a la tergiversación de términos de la psicología utilizados en la propuesta de la llamada ley trans del Ministerio de Igualdad (terapias de conversión) para referirse a cualquier terapia o intervención psicológica.

Las mal nombradas terapias de conversión, efectivamente, deben estar prohibidas y su práctica penalizada, ya que no son terapias psicológicas sino prácticas de tortura. Lo sorprendente es que los representantes de la psicología (colegios profesionales, facultades de psicología) no salgan a explicar qué son realmente las terapias de conversión y que no salgan a aclarar que, en psicología, no se aplica este tipo de tratamientos; lo sorprendente es que aquellos que representan al colectivo no den la cara para subrayar que no se puede llamar terapia de conversión a toda intervención psicológica. Lo sorprendente es que se intente penalizar la intervención psicológica mediante una ley sin que nadie explique en qué consisten aquellas terapias que se penalizan, sin que los colegios profesionales denuncien la falta de rigor con que hablan desde los colectivos LGTBI y desde la ley propuesta por el Ministerio de Igualdad y el modo en que es usada esta expresión para incriminar y perseguir a los profesionales de la psicología.

Sería lógico exigir a los redactores de la mencionada propuesta de la llamada ley trans que, ya que proponen penalizar una determinada práctica, su deber es definir en qué consiste tal práctica y, si no tienen suficiente información, (como parece que es el caso) recabarla a la profesión correspondiente, en este caso, la psicología.

Con la misma falta de rigor se trata el término fobia. Sabemos que una fobia es una reacción de ansiedad cuando ésta se concentra en un “objeto” (el objeto fóbico) y que los signos de ansiedad ante la aparición del objeto fóbico suelen ser visibles: sudoración, respiración anormal, aceleración del latido del corazón, temblores, escalofríos, dolor en el pecho, náuseas, sequedad de boca, mareos, dolor de cabeza, etc. y, si es posible, la huida. En ninguno de los participantes en el acto de presentación del libro a que nos referimos al inicio se observó tal reacción corporal y, si abandonamos la librería, no fue por nuestra propia voluntad o impelidos por una reacción fóbica de huida, sino obligados por las amenazas. Allí no hubo ninguna reacción fóbica, sino voluntad de escuchar lo que tuvieran que decir los autores del libro y, como suele hacerse en cualquier presentación, expresar opinión, debatir y compartir ideas.

Insisto en la inexplicable falta de decisión de los representantes de Colegios Profesionales y Universidad, teniendo en cuenta que hay grupos de profesionales (psicólogos, psicoanalistas y médicos) que han expresado argumentos en el análisis de la situación de abandono en que se dejaría a la infancia y la adolescencia en caso de aprobarse la propuesta de ley trans del Ministerio de Igualdad o que han analizado (como en el libro presentado en Barcelona) el entorno de la propuesta de ley desde la psicología de la personalidad.

Cuando la policía tiene que proteger la presentación de un libro, y los representantes de la ciudadanía de un Estado Democrático callan, algo muy grave está ocurriendo en esa democracia. Cuando el tal libro trata de conceptos psicológicos y los Colegios de Psicología y las Facultades de Psicología mantienen su silencio, algo muy grave le está ocurriendo a la libertad de pensamiento.

Por eso, como demócratas y como profesionales, es necesario que sigamos hablando.

 

 

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