Representarse como ser sexuado requiere una travesía

Freud por el camino del síntoma, se topa con lo sexual, planteando que sea cual sea el sexo biológico, es necesaria una implicación subjetiva. Más adelante Lacan usará, para referirse a esta cuestión, el término sexuación.

Hoy el campo de la sexualidad sigue siendo la zona privilegiada que pone a prueba el saber constituido, conduciéndonos a seguir elaborando.

Partiré del aforismo de Lacan: “no hay relación sexual”. Con ese imposible afirma una cuestión fundamental: en la naturaleza, en el organismo, hay un programa del encuentro de los cuerpos, espermatozoides y ovulo, pene y vagina, pero para el ser hablante, al ser parasitado por el lenguaje, se perturba el programa de la naturaleza produciendo un nuevo régimen.

Hay todo un trabajo subjetivo para cada uno, pasando por lo que el Otro le aporta. Pensemos en el niño, se trata de un trabajo que requiere un tiempo, con sorpresas avances y retrocesos, y finalmente algún tipo de conclusión, donde el cuerpo es un elemento esencial, pero no es obvio como interviene.

El cuerpo entra en la economía libidinal a través de la imagen, pasando por el reconocimiento de la propia imagen. El niño habrá de identificarse a ella con una cierta satisfacción, que viene de una mirada de un otro significativo que le dirá: “ese eres tú”. Ese movimiento le permitirá inscribirla para alcanzar una consistencia real. Así, la imagen de sí mismo tomará cuerpo. La imagen se libidiniza.

El sujeto tiene la obligación de arreglárselas con el cuerpo que le ha tocado en suerte. A veces esa frase de “nacer en un cuerpo equivocado” no es solo propia del llamado trans. Pues aparecen incertidumbres, rechazos y también consentimientos, ya que entre el cuerpo y el significante hay una inadecuación.

Todo esto puede escucharse en la clínica, al poner el síntoma en transferencia, sobre todo en la clínica con adolescentes, el tránsito adolescente se presenta a veces como una crisis, hay una necesidad de incorporar y tratar las sombras, las dudas y ambigüedades que a cada uno le habitan.

La sexuación implica también subjetivar una pérdida, ya está en el seminario 4 de Lacan (pág. 375) “el progreso de la integración del hombre y de la mujer a su propio sexo exige el reconocimiento de una privación… tanto en el hombre como en la mujer”.

Una cuestión que se pone en juego es que no se puede ser todo, hombre y mujer.

Hoy circula la idea de que se puede ser todo: hombre y mujer, fluido. Estamos ante un cambio de paradigma que plantea sus consecuencias:

Se es menos dócil al cuerpo que uno ha recibido. Las operaciones, los tatuajes, las mutilaciones, musculaciones etc., dan cuenta de ello. El cuerpo es el lugar en el que se inscribe esta voluntad de ser sin el Otro, con una voluntad de auto-transformación.

En los llamados trans esto se muestra de modo más radical. Pero es una cuestión delicada, trans es un significante que puede ser tomado por un adolescente para intentar nombrar la inadecuación estructural del cuerpo y el ser. Si se produce una radicalidad de un significante amo, puede producir una anulación del inconsciente, dejando de lado el encuentro con lo que hace enigma y la certeza toma el lugar de la inadecuación estructural.

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